Innovar o no innovar, ese es el dilema

5 indicadores clave que indican debemos iniciar un proceso de innovación.

Vamos a reconocerlo, estamos preocupados por mantener la rueda girando, y si la rueda gira no hay mucho de qué preocuparse. Sin embargo en el fondo todos tememos a ese momento en que la rueda puede detenerse de repente o de forma drásticamente desacelerada.

Por eso es que cuando todo va bien y presentamos un tropiezo insignificante es momento de preguntarnos si es un síntoma de que innovar ahora nos salvará en el futuro inmediato.

Aquí 5 indicadores de que es el momento de iniciar un proceso de innovación:

SE HA PERDIDO EL ENTUSIASMO.

Tanto los clientes como el equipo interno ven nuestra propuesta de valor, producto o servicio como algo rutinario o del día a día. La necesidad o la preferencia siguen ahí, pero la sensación de interés, apego, romanticismo y emoción se ha estancado; aunque las ventas están estables, el crecimiento es trabajoso o inexistente.

HAN BAJADO LAS VENTAS DEL PRODUCTO PRINCIPAL.

El sistema que hemos puesto en su lugar y que ha funcionado bien todos estos años ha comenzado a perder relevancia y por ende a decrecer. Antes de que esto avance de manera desproporcionada, es importante detectar cómo han variado las dinámicas y conexiones entre el mercado y las personas para iniciar un descubrimiento que nos oriente en el proceso de innovación.

ESTÁN SURGIENDO MUCHOS COMPETIDORES.

De repente en nuestra categoría de negocio están surgiendo distintos “jugadores” que pueden ser de dos tipos: con mejoras a nivel de servicio o performance de producto, lo que puede llevarnos a una perdida significativa de relevancia para el cliente; o competidores “me too” que maltratan la categoría, fragmentando el mercado o iniciando una competencia de precios. Otra vertiente de esto es la aparición de un competidor monstruoso y monopólico que bien pudiera adquirir varias empresas medianas para aplastar a la competencia o bloquear canales y medios de negociación con suplidores, distribuidores y tiendas.

SE HA REDUCIDO EL MARGEN DE BENEFICIO.

Puede ser que la propuesta de valor actual no aguante un aumento de precio al consumidor porque afectaría significativamente el volumen o que el valor percibido del producto haya decrecido tanto que la empresa tuvo que bajar el precio del mismo para mantener la participación de mercado.

NUESTROS CONSUMIDORES ESTÁN ENVEJECIENDO.

Esta es una realidad menos obvia. En ocasiones seguimos vendiendo la misma cantidad con una base de clientes, consumidores o usuarios estable y hasta creciente, pero no estamos reclutando consumidores más jóvenes a nuestra categoría, marca o producto. Esto nos pone en una posición vulnerable para años venideros. Si no conseguimos ser relevantes y atraer personas más jóvenes nuestra empresa envejecerá y morirá con nuestros consumidores
actuales.

¿Estás en una de estas posiciones o piensas que podrías estarlo? Permítenos ayudarte a analizar lo que sucede y darte claridad de cómo accionar al respecto.

El dilema de la innovación

Toda empresa tiene una gallinita de los huevos de oro, lo que también algunos llaman el cash cow de la empresa. Este brillante espécimen que los vendedores aman porque parece “venderse solo”, en algún momento fue una innovación que requirió de sacrificios para crecer y posicionarse.

Es por esto que hablar de innovación es algo que entusiasma a todo el que forma parte de una empresa. El sólo hecho de traer el concepto de innovar como centro de una conversación hace que todos prestemos atención y que nos involucremos con el espíritu de grandes posibilidades que inyecta está palabra en el día a día de una empresa. Esto sucede porque pensamos en el resultado posible, sin reflexionar en el arduo trabajo y los sacrificios que implica.

Es por esto que muchas veces todo el alboroto inicial permanece como sólo eso, un entusiasmo fugaz.

Innovar requiere una profunda sinceridad y humildad por parte de quienes dirigen una empresa. El primer paso es siempre saber dónde estamos, de dónde venimos y a dónde podemos llegar.

Desde que una empresa, un producto o un servicio se crean, por más innovadores que sean, por más líderes y por más exitosos que sean, empiezan un proceso natural de pérdida de relevancia permanente. Esto no nos gusta escucharlo. “¿Qué mi producto estrella está perdiendo relevancia? Debe haber un error, si estuviéramos perdiendo relevancia no tendríamos un 80% del mercado”. Y sin embargo esto es lo que pasa, un proceso tan lento y gradual que en un inicio es prácticamente imperceptible.

Escena de la película Chicken Run, la dueña de la pollera entretiene la idea de pasar de huevos a vender carne de gallina.

Y por eso para insertar una cultura de innovación real en la empresa debemos estar dispuestos a hacernos disrupción a nosotros mismos de manera permanente, eliminando la creencia de que innovar es cosa de un momento o de un proyecto y empezar a verlo como un proceso infinito, un cambio de proceso, una actitud empresarial.

Para iniciar se requiere de un profundo descubrimiento que nos conecte con la realidad de las personas y humildad que desmonte los procesos que no sirven a las necesidades del cliente o usuario final, ya sea porque fueron soluciones tácticas que se han quedado instaladas o porque han habido cambios en el mercado o las personas.

Adicionalmente, se necesita la voluntad explícita de no hacer concesiones en el proceso de ejecución, para que no se pierda el foco de lo que realmente importa: satisfacer esas necesidades del cliente mejor que nadie. Esto requiere de un compromiso del equipo para salir constantemente de la zona de confort. Es vital que se diseñe una cultura y una estructura en la empresa que permita perpetuar esta actitud.

Cuando hablamos de innovación creemos muchas veces que se refiere solamente a una remodelación. Cambiar TODO y ser nuevos, distintos y mejores. Sin embargo, se trata más de una actitud constante de detectar qué NO nos sirve más, a nosotros o al cliente, e imaginar una ejecución ideal en todo momento para poder implementarla de forma contínua.

Planning the scape on the movie Chicken Run
Planning the scape on the movie Chicken Run

Todas las empresas que tienen una gallina de los huevos de oro y deben evaluar hasta cuándo sobrevivirá ese producto, modelo o servicio, para integrar a la cultura de su empresa la mejora constante de éste y su eliminación programada en el tiempo. En el camino ir empoyando algunos de los huevitos de oro con la esperanza de crear más gallinitas ponedoras. Ya que otro de los errores que cometemos es sacar y sacar beneficios por demasiado tiempo, sin invertir en nuevas líneas o productos innovadores que pueden tener el potencial de sustituir a nuestra ponedora estrella. Usualmente, se espera demasiado para hacer esto, se inicia cuando estamos ya en problemas y eso hace que matemos a nuestra gallina de los huevos de oro sin haber dejado que crezca su sustituta.

Únete a la
Comunidad Holistika

Para recibir contenido super duper chulo de
innovación, emprendimiento y diseño, danos tus
datos y los trataremos con cuidado y respeto…